El Nacimiento de un Icono


«Las camisas de franela son una de esas prendas imprescindibles que no deberían faltar en ningún armario. Al igual que un par de vaqueros o una camiseta blanca, la humilde camisa de franela es versátil, no pasa de moda y es una prenda eternamente clásica. No es de extrañar que las camisas de Woolrich hayan sido la pieza clave del armario masculino durante 170 años», afirmó Samutaro en el reciente artículo El nacimiento de un icono, publicado en la revista Highsnobiety.

Sam Trotman, o Samutaro, tal y como lo conocen sus miles de seguidores, es el archivista preferido de Instagram.

Le pedimos que revisara uno de los imprescindibles atemporales de las subculturas: la camisa de franela Buffalo Check de Woolrich. Samuel Trotman ha dedicado su carrera a rastrear y documentar las tendencias de moda en todo el mundo.

Se ha convertido en un conocido escritor y experto cultural y ha publicado en revistas como Vogue, Hypebeast, Grailed, Highsnobiety, PAQ y Complex.

Su cuenta de Instagram, @samutaro, es una recopilación de conocimientos y experiencias en torno a la moda, el arte y la música. 

Aunque que el patrón de rayas cruzadas podría evocar imágenes de rancheros de Wyoming, hípsters de Brooklyn, cazadores de ciervos y músicos de rock y hip-hop, este tejido tiene una rica historia que se remonta a años atrás.

1830 - 1930

A pesar de que su origen se establece en Gales en el siglo XVII, la franela fue sinónimo de ropa americana de exterior desde el siglo XVIII, cuando los primeros emigrantes europeos se establecieron en la costa este de Estados Unidos y la convirtieron en el uniforme de los hombres que trabajaban al aire libre.

Uno de los primeros colonos de la época fue John Rich, hijo de un tejedor de lana, que emigró a Estados Unidos desde Liverpool, Inglaterra, a principios de 1800. Rich se estableció inicialmente en Filadelfia, para después trasladarse a la zona más rural y central de Pensilvania, donde construiría su primer molino de lana cerca de un pequeño arroyo llamado Plum Run y fundaría la marca Woolrich en 1830.

Al principio Rich comenzó a vender tejidos de lana, calcetines y mantas a los habitantes de la zona y a sus familias, ya que los artículos de su marca eran perfectos para abrigar a los trabajadores en los duros inviernos de Pensilvania. Pero no pasó mucho tiempo hasta que Woolrich se expandió para producir su primera prenda, una camisa de franela. Hoy en día, la palabra franela se utiliza indistintamente para referirse a la tela de cuadros o al tartán, aunque en realidad se refiere a la tela en sí en lugar de al motivo asociado a ella. El primer modelo específico de camisa de Woolrich, la camisa de lana Buffalo Check (confeccionada con tejido de franela de lana) se presentó en 1850.

Para destacar en el mercado y que los clientes reconocieran sus excelentes productos, Woolrich desarrolló su característico motivo de cuadros Buffalo. Así nació el emblemático patrón formado por grandes cuadros que alternaban los colores rojo y negro. La leyenda narra que el diseñador de Woolrich que creó este característico motivo poseía una manada de búfalos y de ahí tomó su nombre.

Rich comercializó el inigualable confort de Woolrich con lemas como «fabricado en la montaña» y «suave y flexible, pero resistente como el hierro» cosidos en las etiquetas de sus camisas de franela y en los anuncios promocionales.

Woolrich logró confeccionar este tejido suave y agradable mediante una técnica de acabado llamada napping, que trata el suave tejido de lana asargada con un proceso de cepillado mecánico para formar una ligera pelusa en uno o ambos lados del tejido. 

1950 - 1970

En la década de 1950, las camisas a cuadros se utilizaban popularmente como ropa para el tiempo libre y aparecían en las heroicas historias de hombres estadounidenses famosos por sus actividades al aire libre, como el legendario Paul Bunyan, mientras que otro icono más real, Marlon Brando, convirtió la prenda en un símbolo de la rebelión y la contracultura subversiva al usar una camisa de franela en 1954 en la película La ley del silencio. 

Durante los años 60, las camisas de franela también se habían extendido a la clase media estadounidense. Representaban el símbolo de la democratización y además ponían a diferentes clases en igualdad de condiciones. Eran asequibles, resistentes y quedaban bien tanto desgastadas como nuevas.

En sus manifestaciones, los estudiantes universitarios empezaron a usarlas con petos de denim y con vaqueros como muestra de solidaridad con la clase trabajadora, mientras que los surfistas californianos se ponían versiones llamativas con sus bañadores para conseguir un look deportivo improvisado. 

Para finales de la década de los 70, todas las subculturas juveniles, desde los rockabillies a los hippies, pasando por los skaters y los punks habían dejado su huella en la camisa de franela. Esto prueba que, aunque no seas un aficionado al lanzamiento de hachas con una cabaña en las montañas de Adirondack, siempre encontrarás una forma de llevar el motivo Buffalo Check a tu manera.

1990

Para muchos, sin embargo, las camisas de franela siempre serán la quintaesencia de los años 90. Para los grupos musicales del noroeste del Pacífico como Nirvana, Alice in Chains y Pearl Jam, las camisas de franela vintage eran una prenda imprescindible y práctica confeccionada especialmente por su comodidad. Es difícil encontrar una foto del icono del grunge Kurt Cobain en la que no luzca prendas de este sencillo tejido durante los años de formación de la banda Nirvana. 

Dentro del hip-hop, las prendas con corte oversized y la robustez de la franela se ajustaban a los ideales hipermasculinos y a la estética que sustentaba gran parte del rap de la corriente principal de la época.

En la costa oeste, raperos de California como Mc Eight, Snoop Dogg y miembros de la N.W.A. se inspiraron en las camisas de cuadros de la subcultura chicana de Los Ángeles, para quienes la camisa de franela formaba parte de su uniforme básico desde los años 60. Mientras tanto, en la costa este, los raperos y los granujas callejeros de la ciudad de Nueva York buscaban el mismo estilo que tenían con esas camisas los leñadores y los hombres que hacían su vida en la calle. 

El mundo del skateboard también ha sido una piedra angular para mantener viva la tendencia de los cuadros escoceses en los últimos 50 años. Jürgen Blümlein, de @skateboardmuseum y autor de Skateboarding is Not a Fashion, cita que los cuadros escoceses se usaron por primera vez en el mundo del skate en la legendaria banda de los Z-Boys de Dogtown a finales de los 70, donde se ve a un joven Jay Adams surcando las colinas con una camisa escocesa.

A lo largo de los 90, las marcas de ropa de trabajo también ayudaron a enfatizar el aspecto robusto del look, mientras que las escenas de la película Kids de Larry Clark consolidaron para siempre a los cuadros como icono del skate de los 90.

Esta obsesión por lo vintage americano se puede apreciar en la obra de diseñadores como Greg Lauren y Keizo Shimizu, de Needles Japan, ambos conocidos por su diseño basado en el suprarreciclaje, que reconstruye nuevas prendas a partir de tejidos vintage, de los que la franela es uno de los protagonistas.

Hoy en día, el motivo Buffalo Check original de Woolrich encuentra una nueva relevancia y alcance a través de colaboraciones creativas con empresas como OVO, Awake Ny, Griffin Studio y Converse, con las que Woolrich ha creado productos en edición especial a lo largo de los años. Con la temporada de otoño a las puertas, nada como garantizarse la calidez con una camisa de franela en el armario.